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Mostrando entradas de junio, 2020

LO QUE ÉL QUIERE

Las cosas siempre son como él lo quiere. Ahora decidió que soy una mujer, pura, controladora de sus pasiones, abnegada, sacrificada. Quiere que me vean como “reina del hogar·, y exalta mis cualidades como la sensibilidad, la emotividad y el afecto, emanadas de mi supuesta naturaleza angelical; una especie de ángel descendiente del cielo y carente de deseo físico. Soy el ideal de la sociedad burguesa, propio del siglo XIX, con su exaltación de la familia y de la mujer como su columna vertebral. Parezco la Virgen María. Pero vivimos otros tiempos, yo quisiera ser una mujer más moderna, liberada. Con un marido menos machista insoportable, más compañero, que me trate como una igual, como lo que soy. Pero bueno, él es lo que es y yo soy lo que soy. Él es el autor de este cuento, y yo apenas uno de sus personajes.

TAPABOCAS

Me llamó la atención el cartelito en la vidriera: tapabocas $25. ¡Qué baratos! Me dije, voy a comprar cuatro o cinco para tener. Cuando estaba ya dentro de la tienda, se me acerca un guardia y me dice:   - ¿no vio el cartelito? - ¿el de los tapabocas? - sí Con mi mejor sonrisa le dije: - claro, por eso entré, porque los vi muy baratos, la verdad que en ningún lado están a ese precio. - no señor, el otro, el que dice “prohibido entrar sin tapabocas” - ah...no...ese no lo vi...pero justamente, para entrar con tapabocas primero tengo que entrar sin tapabocas, ¿me explico? - no, no le entiendo - es que no tengo tapabocas, y para tener mi primer tapabocas tengo que entrar al menos una vez sin tapabocas, ¿entiende como es? - lo que tiene que hacer es ir a un comercio donde dejen entrar sin tapabocas; ahí usted compra su primer tapabocas y después viene acá y compra estos que están baratos. - pero si compro en otro lado ¿para qué quiero comprar después acá? - pues para comprar

TRÁMITE

Si tanto quería que sacara ese expediente ¿por qué no me lo dijo antes? No es el único asunto que tengo, y debería saberlo, para algo es mi jefe ¿no? Pero acá ponen de jefe a cualquiera. Alcanza con que calienten la silla durante años y esperar por la antigüedad y el carguito. Así estamos. Y los jóvenes, que recién empezamos nuestra vida laboral y tenemos expectativas lógicas y naturales, siempre quedamos relegados. Se cree que mover un expediente es fácil; hay que recoger algunas informaciones, recabar firmas en otras secciones, en fin, una jubilación no es fácil. No hace ni siete meses que tengo ese expediente. Debe ser amigo suyo.

NO SE VA

El apartamento en el barrio Palermo era cómodo para una mujer sola. Chico pero confortable, tenía un patio donde colgar ropa o sentarse al sol a leer, y sobre todo manejable: no mucho para limpiar. Era justo lo que andaba buscando después de haberse separado y pasar un tiempo con su madre. Así que se mudó sin más trámites y lo decoró de forma bien simple, como a ella le gustaba, y sobre todo sin nada que le recordara su vida matrimonial. El barrio era agradable, y los vecinos también, gente simpática que saludaba con un “buenos días cómo está vecina”, y se ponía “a las órdenes cualquier cosa que precise, ¿sabe?”. Al poco tiempo conoció al ocupante del piso de arriba, un muchacho que ahora vivía solo ya que su madre había fallecido no hace mucho tiempo. Era un muchacho agradable, se paraba en la puerta y le hablaba de los libros que había leído, de la música que escuchaba. Al principio le pareció mayor, pero luego se dio cuenta de que en realidad era un joven avejentado. Fernan

MARTES

Estábamos parados en una esquina inútilmente, de eso yo estaba convencido. Esperábamos a mi hermana y mi cuñado que habían tomado la calle hacia arriba para una cuestión que no podía demorar más de diez minutos, y llevábamos más de una hora eperando. Le propuse seguir caminando y ya nos encontraríamos con ellos. No podíamos quedarnos ahí, él era el técnico, el partido ya debía haber empezado, y yo llevaba la valija y el taladro a batería para que los jugadores pudieran cambiar los tapones de sus zapatos. Teníamos que llegar de una vez por todas. En el camino pasamos por el estadio. No pudimos ver cuál era el partido que se jugaba, aunque por el poco público que había seguramente era uno poco interesante. También podía ser que por el aislamiento la gente se separara más de lo necesario en las tribunas. Seguimos caminando hacia la cancha y nos cruzamos con algunos conocidos, uno de los cuales me dejó a la pasada un paquete de panchos que él no necesitaba. Cuando llegamos, al

UN DÍA ESPECIAL

Al prepararse el desayuno Julián se quedó mirando por la ventana de la cocina hacia el monte, y tuvo el presentimiento de que ese sería un día especial. “¿Por qué? -se preguntó sumamente intrigado-, ¿por qué se me ocurre que será un día especial? ¿debería preocuparme yo, por algo que no domino, que no depende de mí? Mi vida siempre ha sido así y lo será; siempre subordinado a lo que otro decida que haga o diga, jamás podré tener un pensamiento propio, y menos una acción determinada dirigida a conseguir un objetivo deseado por mí. Es triste, pero así son las cosas. Soy lo que soy, apenas el personaje de un pobre cuento. Si bien hasta ahora soy el principal personaje del mismo, el protagonista, digamos, nada hace pensar que en cualquier momento aparezca otro que me opaque o que me haga desaparecer. Si ese nuevo personaje apareciera, podría tal vez ser un día especial, como dijo al principio el autor de este cuento que yo había pensado, mirando por la ventana. El me describe co

DEJAR IR

- Si tanto quería a esa mujer no debió dejarla ir. - Bueno...no se puede retener a alguien contra su voluntad Mariángeles...cada uno sabe, ¿no? - Sí, ya sé, pero entonces que no llore ahora, lo hubiera pensado mejor para no hacer macanas. - No hacía tanto que ella había venido no? Vaya uno a saber lo que pasó, cada casa, cada familia es un mundo. - Mi cuñado, el abogado, también hizo lo mismo, parecen todos cortados por la misma tijera, ahora no hay quién lo banque, está como desesperado buscando otra. - Claro...a ellos qué les importa… - No creas, a mi marido sí que le importaba esa mujer. - Bueno, calmate, ya conseguirán otra sirvienta.

CARTEL

La cuestión es que nadie sabe lo que sucedió. Le dijo: “bajo a comprar el pan”. Eso fue lo último que le escuchó. Una hora después, como no volvía, salió a buscarla. Le preguntó al almacenero, y éste le dijo que sí, que había venido hacía bastante rato, había comprado el pan y se había ido sonriente como siempre. Fue hasta la esquina y miró hacia los cuatro lados; ni cerca ni lejos, ni rastro de ella. Subió al apartamento y el teléfono sonaba. No era ella, eran sus padres: - estuvieron hace un rato a buscarla...estamos aterrorizados. Después le tocó a él. Hoy sus hijos caminan los veinte de mayo en silencio, sostienen un cartel con sus caras.

LAS DOCE

53, 52...comenzó a contar para adentro. En el banco de la plaza desierta, acariciaba a Bartolo echado junto a él y le iba explicando: - ¿Ves ahí? Esa es la iglesia. No...no ladres...perá... Faltan...a ver….unos 20 segundos… 19, 18 - Vas a ver el ruido que hacen...jeje 5, 4, 3 - Ahí vienen...escuchá...son doce La primer campanada de las 12 de la noche sonó y al viejo le corrió un lagrimón por la mejilla. Comenzó a comer las uvas mientras las escuchaba. Doce uvas. Doce campanadas. Cuando sonó la última, cortó la punta de la caja de vino con los dientes y se echó un buen trago. Le dio un pedazo de pan a Bartolo, eructó y le dijo: - Feliz año nuevo

EL FIN

Tanta alegría colectiva en las calles jamás había sido vista. La gente salía espontáneamente de sus casas, con sus banderas y lo invadían todo, las avenidas, las veredas, los monumentos, los parques, los balcones. No era porque el fin no fuese previsible, los días negros iban a terminar más temprano que tarde, bastaba leer la prensa para saber que el final estaba cerca. Pero había sido duro, y había sido posible por la conjunción y el esfuerzo de la mayoría de la población. Todos eran felices. Todos menos él, el dictador, que deseaba que aquel festejo terminara porque le recordaba su bochornosa soledad en medio de tanta alegría colectiva.

AMARRAS

Alicia se levantó tarde. Había estado toda la noche en el sanatorio cuidando a su padre y las ojeras mostraban a las claras el estado en que estaba. El padre llevaba ya diez días internado por un ataque cardíaco, y Alicia no se despegaba de su lado. Él era un hombre joven, tenía apenas 58 años, y aunque al momento de enfermarse estaban algo alejados, no había duda que se adoraban uno al otro. El alejamiento no tuvo nada que ver con algo entre ellos, sino con la nueva esposa de su padre, que había logrado, vaya a saber cómo, alejarlo de la “hija comunista”, ¡válgame Dios!. Si la situación continuaba como los días pasados, hoy sería el día once en estado de coma; pero Alicia confiaba ciegamente en que iba a recuperarse y así se lo manifestaba a diario a su padre al oído. Esto provocaba la preocupación de sus hermanos y la esposa, que veían que ella no aceptaba algo que ya no tenía remedio. Comió algo a las apuradas y salió a la calle. Era un día gris, nublado, triste. T

ACIERTO

García lo predijo. Había soñado el número que saldría a fin de año: el 07427. Se lo comentó a su mujer y esta se fue hasta la agencia. P ara su sorpresa, allí estaba el número en la vidriera. Lo c ompró y a la vuelta lo comentó con su vecina. Ella se lo dijo a su esposo y se fue a comprar el número. Su esposo lo comentó en la oficina y le encargaron a l cadete que fuera a comprar el número, para lo cual pusieron entre todos. El dueño de la agencia comentó con el peluquero que el número se estaba agotando, y todos los clientes salieron sin cortarse el pelo a comprar lo . García lo predijo y acertó : su sueño iba a dejar al pueblo sin plata.