Entre las tablas de las paredes podía verse nítidamente la luna, aunque por momentos todo se oscureciera con el paso de negros nubarrones. -Vo Miguel...tas pasao loco. No es así, ¿me entendé? Vos no podé andar calzao así nomá, porque vos so ...medio mutante...¿cazá? - puta que te parió pelao, no la mamés. ¿sabé lo que sos vo? Un ortiba so. No te pongá la gorra que así no va. El pinta era un cheto pisa barro, ¿cazá? Pasame el pacochi así preparo la lata. - Decile vo Juan, no sea lagarto, mirá que vo también marchá eh? - Dejá quieto con ese vigilante...es más puto que vo ese. La radio apenas dejaba oír la conversación, porque la cumbia sonaba al mango mientras el animador leía los mensajes de texto de los oyentes que se juraban amores eternos y se hacían propuestas lujuriosas. Si la lluvia se largaba, ya no se podría ni hablar, porque el repiqueteo sobre las chapas ahogaría cualquier otro sonido. - Mas puto serás vos. Te quedás colgao y hacé cualquier cagada hacé loco.
A la pasión por los libros y la lectura, siguió como algo natural la pasión por la escritura. No siempre fue ficción, pero ahora que lo es, quiero compartir con ustedes lo que hago. Espero que disfruten al leer mis cuentos, tanto como yo al escribirlos. José Luis Perera