Me llamó la atención el cartelito en la vidriera: tapabocas $25. ¡Qué baratos! Me dije, voy a comprar cuatro o cinco para tener. Cuando estaba ya dentro de la tienda, se me acerca un guardia y me dice:
- ¿no vio el cartelito?
- ¿el de los tapabocas?
- sí
Con mi mejor sonrisa le dije:
- claro, por eso entré, porque los vi muy baratos, la verdad que en ningún lado están a ese precio.
- no señor, el otro, el que dice “prohibido entrar sin tapabocas”
- ah...no...ese no lo vi...pero justamente, para entrar con tapabocas primero tengo que entrar sin tapabocas, ¿me explico?
- no, no le entiendo
- es que no tengo tapabocas, y para tener mi primer tapabocas tengo que entrar al menos una vez sin tapabocas, ¿entiende como es?
- lo que tiene que hacer es ir a un comercio donde dejen entrar sin tapabocas; ahí usted compra su primer tapabocas y después viene acá y compra estos que están baratos.
- pero si compro en otro lado ¿para qué quiero comprar después acá?
- pues para comprar de los baratos
- bueno, no es un mal punto el suyo, debería hacer los cálculos para ver si me conviene...por ejemplo, si en el comercio que me dejan entrar sin tapabocas, los mismos están digamos a $50, tendría que venir después acá a comprar por lo menos tres o cuatro para que me valga la pena, descontando los gastos de transporte y tiempo en ir y volver, ¿me entiende? Y esos cálculos debería hacerlos previamente. ¿Me permite googlear para ver si encuentro un comercio cerca que dejen entrar a comprar tapabocas sin tapabocas?
- por favor, tome asiento por acá, venga; ¿quiere un cafecito?
- bueno, le agradezco, muy amable; sin azúcar por favor
Encontrar un comercio que vendiera tapabocas y dejaran entrar sin tapabocas no fue fácil. La búsqueda tuvo que orientarse en un principio a la primera condición: que vendieran tapabocas. Luego anotar el número de teléfono para luego llamar y preguntar si se podía entrar sin tapabocas al solo efecto de comprar un tapabocas. Eso me llevó un buen rato, y además me quedé sin saldo, por lo que tuve que llamar al guardia para pedirle que me dejara llamar por el teléfono de línea del local.
- faltaba más! Venga por acá, hágame el favor.
Me llevó a las oficinas del negocio, en donde tres empleados trabajaban con tapabocas y uno sin el adminículo ya referenciado.
- Carlitos, el señor me pidió para hacer unas llamadas, ¿no hay problema?
- No, ningún problema, llame nomás mi amigo – dijo Carlitos, que a la sazón era el que no tenía tapabocas, y por eso le entendí, porque es muy difícil entender a los que hablan con tapaboca.
Agradecí la gentileza y no hice más de quince o veinte llamadas. Uno de los comercios me ofreció una solución que a mí no se me había ocurrido y tampoco al gentil guardia de seguridad; la señorita que me atendió me dijo: “no señor, no permitimos el ingreso al local sin tapabocas, pero lo que sí podemos hacer, y lo haríamos con gusto, con un pequeñísimo cargo, es entregárselos a domicilio”.
- !Qué bien! Dígame ¿cuánto salen los tapabocas y cuánto sería el sobrecargo?.
- le saldrían cincuenta y nueve pesos la unidad más cien pesos por el envío. El mínimo de unidades para enviarlo a domicilio son cinco. Espere que ya le digo...en total serían trescientos noventa pesos señor.
- gracias señorita, hago unos cálculos y la vuelvo a llamar en un rato
Le pedí una calculadora a Carlitos e hice los cálculos correspondientes, resultando que para que el negocio fuese conveniente debería comprar luego unos veinte tapabocas. En total la operación me saldría unos ochocientos noventa pesos, pero tendría tapabocas para dos meses. Le pregunté a Carlitos la dirección del comercio para dársela al delivery, y volví a llamar para hacer el pedido. Me dijeron que la demora sería más menos una hora y media, por lo que esta vez le acepté un café a uno de los que usaba tapabocas, pero que se lo había sacado para comer unos bizcochos, cosa que también me ofreció y que rechacé para no abusar.
A las dos horas – minuto más minuto menos – vino el guardia de seguridad y me preguntó:
- perdón, ¿usted es Gutiérrez?
- exacto, ese soy yo
- ah, porque vino un delivery a entregar un pedido a su nombre, pero como estaba sin tapabocas no lo pude dejar entrar; me dijo que vuelva a llamar mañana porque están cerrando el negocio en pocos minutos más.
- pucha...y dígame una cosa, ¿no me podrán vender acá unos tapabocas ya que estoy adentro desde hace tres horas?
- es que no lo puedo dejar entrar sin tapabocas, me entiende?
- hágame la gauchada, yo le doy la plata, los compra como que fueran para usted y me los trae, yo lo espero
- está bien, deme la plata que se los compro.
Contento de que por fin había encontrado una solución a mi problema, acepté otro café y charlamos un poco con los que estaban sin tapabocas, ya que a los otros no les entendía una palabra. Al rato llegó el guardia
- sabe qué? No me va a creer...los tapabocas están agotados.
- ¿no vio el cartelito?
- ¿el de los tapabocas?
- sí
Con mi mejor sonrisa le dije:
- claro, por eso entré, porque los vi muy baratos, la verdad que en ningún lado están a ese precio.
- no señor, el otro, el que dice “prohibido entrar sin tapabocas”
- ah...no...ese no lo vi...pero justamente, para entrar con tapabocas primero tengo que entrar sin tapabocas, ¿me explico?
- no, no le entiendo
- es que no tengo tapabocas, y para tener mi primer tapabocas tengo que entrar al menos una vez sin tapabocas, ¿entiende como es?
- lo que tiene que hacer es ir a un comercio donde dejen entrar sin tapabocas; ahí usted compra su primer tapabocas y después viene acá y compra estos que están baratos.
- pero si compro en otro lado ¿para qué quiero comprar después acá?
- pues para comprar de los baratos
- bueno, no es un mal punto el suyo, debería hacer los cálculos para ver si me conviene...por ejemplo, si en el comercio que me dejan entrar sin tapabocas, los mismos están digamos a $50, tendría que venir después acá a comprar por lo menos tres o cuatro para que me valga la pena, descontando los gastos de transporte y tiempo en ir y volver, ¿me entiende? Y esos cálculos debería hacerlos previamente. ¿Me permite googlear para ver si encuentro un comercio cerca que dejen entrar a comprar tapabocas sin tapabocas?
- por favor, tome asiento por acá, venga; ¿quiere un cafecito?
- bueno, le agradezco, muy amable; sin azúcar por favor
Encontrar un comercio que vendiera tapabocas y dejaran entrar sin tapabocas no fue fácil. La búsqueda tuvo que orientarse en un principio a la primera condición: que vendieran tapabocas. Luego anotar el número de teléfono para luego llamar y preguntar si se podía entrar sin tapabocas al solo efecto de comprar un tapabocas. Eso me llevó un buen rato, y además me quedé sin saldo, por lo que tuve que llamar al guardia para pedirle que me dejara llamar por el teléfono de línea del local.
- faltaba más! Venga por acá, hágame el favor.
Me llevó a las oficinas del negocio, en donde tres empleados trabajaban con tapabocas y uno sin el adminículo ya referenciado.
- Carlitos, el señor me pidió para hacer unas llamadas, ¿no hay problema?
- No, ningún problema, llame nomás mi amigo – dijo Carlitos, que a la sazón era el que no tenía tapabocas, y por eso le entendí, porque es muy difícil entender a los que hablan con tapaboca.
Agradecí la gentileza y no hice más de quince o veinte llamadas. Uno de los comercios me ofreció una solución que a mí no se me había ocurrido y tampoco al gentil guardia de seguridad; la señorita que me atendió me dijo: “no señor, no permitimos el ingreso al local sin tapabocas, pero lo que sí podemos hacer, y lo haríamos con gusto, con un pequeñísimo cargo, es entregárselos a domicilio”.
- !Qué bien! Dígame ¿cuánto salen los tapabocas y cuánto sería el sobrecargo?.
- le saldrían cincuenta y nueve pesos la unidad más cien pesos por el envío. El mínimo de unidades para enviarlo a domicilio son cinco. Espere que ya le digo...en total serían trescientos noventa pesos señor.
- gracias señorita, hago unos cálculos y la vuelvo a llamar en un rato
Le pedí una calculadora a Carlitos e hice los cálculos correspondientes, resultando que para que el negocio fuese conveniente debería comprar luego unos veinte tapabocas. En total la operación me saldría unos ochocientos noventa pesos, pero tendría tapabocas para dos meses. Le pregunté a Carlitos la dirección del comercio para dársela al delivery, y volví a llamar para hacer el pedido. Me dijeron que la demora sería más menos una hora y media, por lo que esta vez le acepté un café a uno de los que usaba tapabocas, pero que se lo había sacado para comer unos bizcochos, cosa que también me ofreció y que rechacé para no abusar.
A las dos horas – minuto más minuto menos – vino el guardia de seguridad y me preguntó:
- perdón, ¿usted es Gutiérrez?
- exacto, ese soy yo
- ah, porque vino un delivery a entregar un pedido a su nombre, pero como estaba sin tapabocas no lo pude dejar entrar; me dijo que vuelva a llamar mañana porque están cerrando el negocio en pocos minutos más.
- pucha...y dígame una cosa, ¿no me podrán vender acá unos tapabocas ya que estoy adentro desde hace tres horas?
- es que no lo puedo dejar entrar sin tapabocas, me entiende?
- hágame la gauchada, yo le doy la plata, los compra como que fueran para usted y me los trae, yo lo espero
- está bien, deme la plata que se los compro.
Contento de que por fin había encontrado una solución a mi problema, acepté otro café y charlamos un poco con los que estaban sin tapabocas, ya que a los otros no les entendía una palabra. Al rato llegó el guardia
- sabe qué? No me va a creer...los tapabocas están agotados.
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