Estamos en este amplio y silencioso parque , un lugar tranquilo, con olor a butiá, bajo unos árboles nativos, una aruera y un coronilla nos miran curiosos. Tenía grabada en mi mente la imagen de este hotel-parador, un edificio bajo, construido con las piedras del lugar, al igual que el fortín que está enfrente. Sabía que los viejos habían pasado acá su luna de miel, pero jamás había entrado. Me da por pensar , bajo este sol hermoso de otoño, en aquel turquito Isaac que trajeron allá por 1934 en un barco lleno de inmigrantes, a los ocho años desde la lejana Esmirna. Por ese mismo año fue que Higinia y Atanasio traían al mundo en pleno diciembre a Luz Brenda, por acá mismo, por los pagos de Rocha. Ella se fue a Montevideo porque quería ser nurse, y él estaba allí estudiando medicina. Se conocieron, se enamoraron y se casaron un 13 de noviembre de 1954. Nada fácil siendo él de familia judía y ella no. A partir de allí, también nosotros, los que estamos aquí, pasamos a fo
A la pasión por los libros y la lectura, siguió como algo natural la pasión por la escritura. No siempre fue ficción, pero ahora que lo es, quiero compartir con ustedes lo que hago. Espero que disfruten al leer mis cuentos, tanto como yo al escribirlos. José Luis Perera