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Mostrando entradas de febrero, 2021

CENIZAS

Estamos en este amplio y silencioso parque , un lugar tranquilo, con olor a butiá, bajo unos árboles nativos, una aruera y un coronilla nos miran curiosos. Tenía grabada en mi mente la imagen de este hotel-parador, un edificio bajo, construido con las piedras del lugar, al igual que el fortín que está enfrente. Sabía que los viejos habían pasado acá su luna de miel, pero jamás había entrado. Me da por pensar , bajo este sol hermoso de otoño, en aquel turquito Isaac que trajeron allá por 1934 en un barco lleno de inmigrantes, a los ocho años desde la lejana Esmirna. Por ese mismo año fue que Higinia y Atanasio traían al mundo en pleno diciembre a Luz Brenda, por acá mismo, por los pagos de Rocha. Ella se fue a Montevideo porque quería ser nurse, y él estaba allí estudiando medicina. Se conocieron, se enamoraron y se casaron un 13 de noviembre de 1954. Nada fácil siendo él de familia judía y ella no. A partir de allí, también nosotros, los que estamos aquí, pasamos a fo

GERARDO

Él era más bien gordito; alto pero gordito. Y no le gustaba nada ser gordito. Hasta que un día se propuso adelgazar por el método violento: hizo una especie de huelga de hambre por una semana; solo tomaba agua. Obviamente adelgazó muchísimo, y después lo que hizo fue mostrar su enorme fuerza de voluntad para mantenerse flaco. Con el alcohol no hizo el mismo esfuerzo. Le gustaba tomar y no le preocupaba tanto como la panza. Una vez me dijo: “creo que soy alcohólico...veo una botella de ron y me produce una erección”. Porque él era así, tenía una especie de motor interno que le hacía generar cosas continuamente. No se conformaba con lo rutinario, quería hacer cosas nuevas a cada rato, extrañas, fuera de lo común. Una vez, charlábamos sentados en un murito del barrio, más precisamente en la esquina de Montero y Ellauri, y serían las tres o cuatro de la madrugada, y me dijo: - Podríamos ir a tomar un café...tengo ganas de tomar un café. - Bueno, dale, vamos, si querés vamos a casa

SAN VALENTÍN

Siempre pensé que el día de los enamorados se llamaba San Valentín porque había que ser muy valiente pa enamorarse. Yo no lo era. Sin embargo me enamoraba mucho, y siempre fui hombre de muchas mujeres. Sobre todo de chiquito. Era chiquitito y ya tenía muchas mujeres de novias. De a una, eso sí, no me gustaba hacer ostentación. Y cuando me enamoraba de esa era hasta las patas, no era cuestión de andar macheteando, que amor era lo que sobraba y uno suponía en ese entonces que le iba a sobrar toda la vida, así que uno se enamoraba y mucho y lo desparramaba. Recuerdo no menos de tres novias de la infancia, que no las voy a nombrar por varias razones. Primero que nada porque ellas deben estar felizmente casadas ahora, o felizmente divorciadas, tanto da, y no es cuestión de andar metiendo líos así nomás porque sí. Y segundo porque ellas nunca supieron que eran mis novias, cuestión que tal vez haya colaborado a que sus vidas hayan transcurrido de una forma muy parecida a la felicidad. Yo