Mamá quería a toda costa salir. Se había emperrado en ir a visitar a Sara, su amiga, que estaba en un hogar para ancianos y se encontraba algo enferma. No había forma de convencerla. - ¿Y por qué no puedo? ¿qué soy yo, una niña que me tienen que decir lo que puedo y lo que no puedo hacer? Yo no los ando mandoneando a ustedes, ¿y saben por qué? Porque ya son grandes, ya tienen edad para decidir por sí mismos lo que pueden o no pueden hacer. Y por si no se han dado cuenta, yo también estoy grande, más grande que ustedes, y con más experiencia, más vida, como para saber lo que me conviene y lo que no. - Pero mamá -intervino Raúl- vos misma lo has visto en la tele, todos los días hablan de eso, de la cantidad de muertos impresionante en todos los países, los hospitales abarrotados por ese virus maldito, no estamos inventando nada. - Pero yo no estoy hablando de ir a otros países, lo que quiero es ir hasta el Prado a visitar a Sarita - Si, pero ¡el virus también anda por acá ma! -acotó Laur
A la pasión por los libros y la lectura, siguió como algo natural la pasión por la escritura. No siempre fue ficción, pero ahora que lo es, quiero compartir con ustedes lo que hago. Espero que disfruten al leer mis cuentos, tanto como yo al escribirlos. José Luis Perera