Si
tanto quería que sacara ese expediente ¿por qué no me lo dijo
antes? No es el único asunto que tengo, y debería saberlo, para
algo es mi jefe ¿no? Pero acá ponen de jefe a cualquiera. Alcanza
con que calienten la silla durante años y esperar por la antigüedad
y el carguito. Así estamos. Y los jóvenes, que recién empezamos
nuestra vida laboral y tenemos expectativas lógicas y naturales,
siempre quedamos relegados. Se cree que mover un expediente es fácil;
hay que recoger algunas informaciones, recabar firmas en otras
secciones, en fin, una jubilación no es fácil. No hace ni siete
meses que tengo ese expediente. Debe ser amigo suyo.
Desperté hoy con tremenda resaca. Sin duda había bebido mucho anoche, aunque no recordaba haber pasado por el almacén a comprar el vino. Sobre la mesita de luz había dos cajillas de cigarrillos vacías y arrugadas, y una a medio terminar, además de un cenicero lleno de colillas. Estoy delirando –pensé- tengo que dejar el maldito vino de una vez por todas. No podía entender que hacían allí esos cigarrillos, ya que yo había dejado de fumar hacía más de veinte años. Me levanté de la cama con lentitud, acosado por el mareo, y pasé por la cocina a tomar mi pastilla para la hipertensión. Sobre la mesada estaba una botella de whisky totalmente vacía. Yo tomo vino –me dije- ¿qué hace esta botella aquí? Fui al baño a darme una ducha, necesitaba despejarme o me volvería loco. El agua me hizo bien. Ahora necesitaba un cigarrillo. Prendí uno y volví al baño a peinarme y lavarme los dientes. Con el pucho colgando de los labios, tomé el peine y procedí a acomodarme el cerquillo que me c
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