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SARITA



Mamá quería a toda costa salir. Se había emperrado en ir a visitar a Sara, su amiga, que estaba en un hogar para ancianos y se encontraba algo enferma. No había forma de convencerla.

- ¿Y por qué no puedo? ¿qué soy yo, una niña que me tienen que decir lo que puedo y lo que no puedo hacer? Yo no los ando mandoneando a ustedes, ¿y saben por qué? Porque ya son grandes, ya tienen edad para decidir por sí mismos lo que pueden o no pueden hacer. Y por si no se han dado cuenta, yo también estoy grande, más grande que ustedes, y con más experiencia, más vida, como para saber lo que me conviene y lo que no.

- Pero mamá -intervino Raúl- vos misma lo has visto en la tele, todos los días hablan de eso, de la cantidad de muertos impresionante en todos los países, los hospitales abarrotados por ese virus maldito, no estamos inventando nada.

- Pero yo no estoy hablando de ir a otros países, lo que quiero es ir hasta el Prado a visitar a Sarita

- Si, pero ¡el virus también anda por acá ma! -acotó Laura-.

- Bien, admito que acá en nuestro país también está el virus, no soy tonta, pero lo que hace el gobierno son recomendaciones, no hay ninguna ley que me impida salir a la calle

- No, no es ley – dije por mi parte- pero son recomendaciones del ministerio, de la gente que sabe, ¿vos qué sabés de virus y de epidemias ma?

- Ah claro!! porque ustedes saben mucho no?!!

- No, y como no sabemos le hacemos caso a los que saben, y los que saben dicen “quédate en casa”.

- ¿Y no se cuestionan ni un segundo si lo que les dicen “los que saben” tiene algún sentido, alguna lógica? ¿Cuántas personas han muerto por el virus de mierda ese?

- Y hasta ahora unos treinta y cinco o algo así, la cifra exacta no la sé.

- ¿Y los que murieron estaban en la calle? ¿Se contagiaron en la calle?

- Algunos sí, no jodas mamá

- Contéstenme eso, todos los que se contagiaron y murieron, ¿fue por salir a la calle? ¿por no seguir las recomendaciones del gobierno?

- Bueno, todos no, algunos estaban internados en el Vilardebó, por ejemplo, ¿y eso que tiene que ver?

- ¡¿Cómo que tiene que ver?! Nos están diciendo que no salgamos a la calle porque nos podemos contagiar de un virus y morir, pero ustedes no se preguntan lo que me pregunto yo: ¿los que se contagiaron y murieron, se contagiaron en la calle? Y no me mientan o me digan la mitad de la verdad hijitos míos, porque yo también miro los informativos. Muchos de ellos se contagiaron en los hogares para ancianos, y esos no salían a la calle. Otros en el Vilardebó, como ustedes mismos dicen, y no salían a la calle, estaban internados; otros se contagiaron en los hospitales, con todas las precauciones habidas y por haber, con trajes de astronautas ridículos y se contagiaron igual, y no fue en la calle. Pero otra cosa les voy a preguntar además: ¿Saben ustedes cuántos han muerto en el mismo período por accidentes de tránsito, por ejemplo?

- Qué se yo ma...ni idea, ¿pero qué tiene que ver eso? ¿qué tienen que ver los accidentes de tránsito con la pandemia? No inventes más argumentos mamá, basta!!

- ¡¡¿Y cómo que no tiene que ver?!! Me están diciendo que no salga a la calle, que me quede en casa porque me puedo contagiar y morir, pero ustedes salen todos los días, unos en auto y los otros a pie, se toman un ómnibus, y yo no les estoy diciendo todos los días que se queden en casa. Si no lo saben, yo se los digo: desde que está ese maldito virus y empezaron a decir que le gente se quedara en casa, murieron en accidentes de tránsito más de ciento setenta personas. ¡Y eso que muchos hicieron caso y estaban en su casa, si no, hubieran sido más. Pero además ¿saben cuántos se suicidaron? Nada menos que trescientos. Casi todos ellos en sus casas. “Quedate en casa” les dijeron. Y se quedaron; muertos pero se quedaron. ¿Y saben a cuántos mataron mientras ustedes y la mayoría de la gente rompía los quinotos con el virus? ¿No lo saben? ah...no lo saben...pero quieren que yo me quede en casa porque hay un virus...Bueno, yo se los digo: hubieron más de ciento cuarenta homicidios chicos. No sé si estaban en la calle o en la casa o si usaban tapabocas los que fueron asesinados. Nadie les dijo cuidémonos entre todos. Esos que lo dicen a cada rato y ponen esos cartelitos en las redes sociales no estaban allí para cuidarlos cuando los mataron.

- Todo eso está muy bien mamá, pero el virus es muy peligroso, eso no lo podés negar, todo el mundo lo dice, lo dicen los científicos, los epidemiólogos y otros ólogos, no cualquier persona.

- Ah, les gusta le ciencia...está bien. Les voy a decir algo. La ciencia se basa mucho en estadísticas, y en probabilidades ¿no? No hay muchas certezas, sobre todo en algo nuevo como esto del virus ¿verdad?

- Sí ma...estás diciendo cosas que todos sabemos, no sé a dónde querés llegar con eso…ya te salió la profesora de matemáticas jubilada.

- Hablo de probabilidades. ¿Saben ustedes que en este mismo período que está el virus ese al que tanto miedo le tienen, hubo más de quince mil denuncias por violencia doméstica?

- Estás delirando mamá, ¿qué tienen que ver la violencia doméstica con los virus?!!

- ¿Que qué tiene que ver? Bueno, te lo digo: existen muchísimas veces más posibilidades de que ustedes me muelan a palo que la posibilidad de que yo me agarre el virus si salgo a la calle. Y la posibilidad de que me pase por arriba un auto o un ómnibus, o de tener un accidente cualquiera de tránsito, es cinco veces mayor que contagiarme ese fabuloso y abominable virus. Lo mismo puede pasarles a ustedes que salen todos los días a la jungla de cemento como le llaman. También son muchísimas veces más las posibilidades de que yo me suicide.

- Está bien mamá, tenés razón, pero nosotros no somos población de riesgo, y vos sí; lo sabés.

- Les voy a contar algo que dijo Michael Levitt, premio Nobel de Química en 2013. Esperá que lo tengo anotado acá.

Mamá abrió su cartera, revolvió y sacó una libretita que siempre llevaba consigo.

- Dijo este tipo: “Tengo setenta y tres años y me siento muy joven. No me importa el riesgo en absoluto -esto les va muy bien a ustedes y a los que hablan de “población de riesgo”; a mí tampoco me importa el riesgo, en absoluto-. Pero además dijo este señor, que a esta altura ya me enamoré de él, se los digo porque si lo agarro me vuelvo a casar con este tipo; dijo: “A medida que envejeces el riesgo de morir por una enfermedad es tan alto que es el momento de comprar una moticicleta, de ir a esquiar”.

El teléfono en ese momento comenzó a sonar, y Laura fue a atender. Mamá siguió con su discurso.

- Yo no estoy diciendo que me quiero comprar una moticicleta, y menos que menos quiero ir a esquiar, solo estoy hablando de ir a visitar a Sarita, mi amiga de toda la vida. Pero además chicos, ¿alguien me preguntó a mí qué es lo que quiero hacer? ¿Se le cruza por la cabeza a ustedes, o a los ministros o a los epidemiólogos o quienes puta sea los que deciden, qué es lo que queremos hacer nosotros los veteranos? ¿Y si queremos disfrutar lo poco que nos queda de vida charlando con las amigas y no encerrados en casa?

En ese momento volvió Laura con cara de no saber que decir, nos miraba a nosotros como preguntando que hacer.

- ¿Quién era Lau? -pregunté-.

- Era Vicente...el hijo de Sara...parece que ya esta discusión no tiene sentido.


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